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Foto del escritorSandy Blackstar

Tinturas de feminismo y paganismo, en Aura, de Carlos Fuentes

Actualizado: 25 feb 2020

Aura es una novela sin vigencia y que va más allá de su fachada de historia amorosa.



Hay un vocablo alemán, que empatiza con el análisis, que haré sobre la afamada novela de Carlos Fuentes: Aura. “Doppelgänger” es una palabra compuesta –contiene dos partículas significantes– y forma parte de la tradición pagana nórdica-germana; se divide en dos: “doppel” (doble) y “gänger” (andante); alude al gemelo malvado, el doble, el alter-ego, o la luz y sombra, de un mismo individuo.

Sí, el tema de la reencarnación debe ser puesto, sobre la mesa, para poder comprender qué sucede en la novela Aura. Sin embargo, más allá del contexto tétrico y fantasmagórico, donde el tema del amor trascendental y destinado justifica la atmósfera de incertidumbre, zozobra y espacios vacíos, Aura es una novela, que se devela con tintes feministas

Aura es una novela, que se devela con tintes feministas, y, en apoyo dignificante, hacia los credos y prácticas de religiones precristianas, cuyo eje central es el culto hacia la madre naturaleza, la dadora de vida, la fertilidad, la Tierra.


El hombre caza y lucha, mientras, la mujer sueña y se devela



Hay un vocablo alemán, que empatiza, totalmente, con el análisis, que haré, sobre la afamada novela de Carlos Fuentes: Aura. “Doppelgänger” es una palabra compuesta –contiene dos partículas significantes– y forma parte de la tradición pagana nórdica-germana; se divide en dos: “doppel” (doble) y “gänger” (andante); alude al gemelo malvado, el doble, el alter-ego, o la luz y sombra, de un mismo individuo. En las leyendas nórdicas y germanas, el que uno viera a su propio “doppelgänger” era augurio de muerte. Luego, tenemos el relato de Carlos Fuentes, enmarcado, dentro de los límites del peculiar y fantástico realismo mágico, el cual nos ofrece una historia con un doppelgänger, que es la protagonista y encauzadora: Consuelo-Aura, quien seduce y atrapa a un joven mundano. Felipe Montero cruza el umbral de la casa ruinosa de Donceles 815, en la Ciudad de México, para sumergirse en una realidad sobrenatural y alterna, donde el tiempo se disloca, la oscuridad reina y el amor supera las barreras de la muerte.


Sí, el tema de la reencarnación debe ser puesto, sobre la mesa, para poder comprender qué sucede en la novela Aura. Sin embargo, más allá del contexto tétrico y fantasmagórico, donde el tema del amor trascendental y destinado justifica la aHay un vocablo alemán, que empatiza, totalmente, con el análisis, que haré, sobre la afamada novela de Carlos Fuentes: Aura. “Doppelgänger” es una palabra compuesta –contiene dos partículas significantes– y forma parte de la tradición pagana nórdica-germana; se divide en dos: “doppel” (doble) y “gänger” (andante); alude al gemelo malvado, el doble, el alter-ego, o la luz y sombra, de un mismo individuotmósfera de incertidumbre, zozobra y espacios vacíos, Aura es una novela, que se devela con tintes feministas, y, en apoyo dignificante, hacia los credos y prácticas de religiones precristianas, cuyo eje central es el culto hacia la madre naturaleza, la dadora de vida, la fertilidad, la Tierra.



Ya desde el comienzo de la novela, destaca una bellísima cita de Jules de Michelet que alaba al género femenino: “El hombre caza y lucha. La mujer intriga y sueña; es la madre de la fantasía. Posee la segunda visión, las alas que le permiten volar, hacia el infinito del deseo y de la imaginación… Los dioses son como los hombres: nacen y mueren en el pecho de una mujer“. Luego, vemos quién gobierna la casa (Consuelo) y quién se apodera de la voluntad de Felipe (Aura). Al inicio de la novela, Felipe Montero es atraído a la extraña casa, a través de una tentadora oferta laboral. Cuando comenzaba a titubear y a retractarse, debido al ambiente circundante, se aparece repentinamente, en la habitación en penumbra de la anciana Consuelo (la empleadora), Aura: la enigmática y callada muchacha de ojos verdes y cabello oscuro. Así, Felipe decide embarcarse, en la traducción al español de las memorias del difunto esposo de Consuelo (el General Llorente), sin advertir que vivirá un tórrido romance con Aura, el cual habrá de revelarle una historia de amores y vidas pasadas.



Más allá del atractivo tema amoroso, bien vale la pena analizar algunos de los símbolos, que subyacen en la trama, y que nos hacen sospechar de la brujería manifiesta en esa casa. Para empezar, la descarada longevidad de Consuelo, quien rebasa los cien años de edad; luego, ella y su sobrina Aura, parecen moverse simultáneamente, generando, por momentos, el efecto que produce mirar a un titiritero con su títere; luego, la presencia de tantas plantas y tanta oscuridad y tanta presencia del color verde, connotando la fertilidad, la vida, la esperanza de la renovación de sentimientos y amores de antaño. Aura, concretamente, hace acciones desconcertantes, como degollar a un macho cabrío, en la cocina, sin mostrar sentimiento alguno, siendo que la dieta permanente del inquilino consistía en café frío y riñones. ¿Extraño, cierto? Pues a recordar que los riñones son el órgano encargado de filtrar nutrientes, en el cuerpo, por última vez, antes de que los remanentes se transformen en orina. La insistente dieta de riñones puede tratarse de un recurso, una pócima de la bruja, o una “última llamada”, para que Felipe recuerde su vida pasada. Por otro lado, el café, precisamente frío, alude a un despertar (al contener cafeína) del estado consciente, pero también del inconsciente, pues al estar frío, remite a rutinas pasadas, olvidadas, quizás de otra vida. Finalmente, toda la atmósfera de la casa de Consuelo es desconcertante y contra natura. Desde que Felipe ingresa, debe aguzar sus otros sentidos, porque la vista le resulta inútil, en un sitio tan oscuro; luego, aparecen visiones (como el jardín inexistente) y como los gatos maullando y quemándose, que no son sino avisos de que éste se halla, en un ambiente mágico, donde cualquier situación paranormal puede concretarse.




Específicamente, los personajes femeninos de la novela son tres, sí, una trinidad: Consuelo, Aura y Saga (la coneja, que Consuelo tiene como mascota). Recordar que en la tradición pagana las mujeres eran las empoderadas, y, con la supremacía del cristianismo, muchas mujeres fueron muertas en la hoguera, al ser consideradas brujas. Curioso que en la tradición cristiana también hay una trinidad, pero masculina: Dios padre, Dios hijo y el Espíritu Santo (la paloma, que también es varón). Luego, interesante correlación de roles, desde el punto de vista de Sigmund Freud y su famosa tríada de la personalidad del individuo: Consuelo establece comparativo, con el Dios padre o dador (el “yo” de Freud); Aura con Jesús, o el hijo joven (“el superyó”, el ideal o la proyección) y Saga, la coneja, con el Espíritu Santo (el “ello”, parte animal e instintiva de la personalidad). Así, vemos cómo, visto desde este ángulo connotativo, la novela de Carlos Fuentes confirma, en capas ulteriores, el poder natural, tradicional e histórico de las mujeres en las religiones paganas, las cuales eran feministas y muy respetuosas, para con las féminas, por ser las gestoras de la vida. Al contrario, en las religiones cristianas, donde el poder se le otorga al varón o macho, cuando éste se asume fuerza cultural y social, debido a su fuerza física y a sus dotes bélicas.


Aura es una novela magistral, por su tema, por su estructura narrativa (emplea un narrador en 2ª persona –tú–, que es la voz de la conciencia de Felipe Montero, y que incluye al lector ausente en las acciones), por su hechura, dentro del aclamado género Realismo Mágico; pero también, por los símbolos que subyacen, en la profundidad del texto, y que la confirman como una obra de múltiples lecturas y misterios por elucidar. Aura es un texto que aporta la dignificación de credos paganos, anteriores a la tradición cristiana, como posibilidad alternativa, para entender el mundo rural, urbano y ritualista, que emerge, constantemente, en medio de nuestra cotidianidad. Aura retrata la dualidad del individuo, al rescatar la tradición precristiana del doppelgänger, que subyace, dentro de cada uno de nosotros. Aura: energía vital que delimita el cuerpo; realidad y magia, en uno mismo.


Fuentes, Carlos. Aura: México: Era, 2003.

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