Por: Sandy Blackstar
¿Cuál podría ser el gancho para querer mirar una nueva versión del ya tan conocido y reestrenado hombre murciélago? Quizá si les comento que el director Matt Reves dirigió El amanecer del planeta de los simios y la última secuela La guerra del planeta de los simios (2017) esto comienza a sonarles interesante. Quizá si les recuerdo que el rostro detrás del antifaz es nada más y nada menos que Robert Pattison, otrora el apuesto y luminiscente vampiro de la saga de Crepúsculo, todo se torna llamativo e interesante. Y, curiosamente, quisiera principiar por aquí con una anécdota detrás del rodaje: se dice que Pattison aceptó encarnar al enigmático héroe, siempre y cuando, bajo la dirección de Matt Reves, se le retratara como un tipo normal, con defectos y sin maquillajes, ni arreglos que lo hicieran parecer apuesto en demasía. No cabe duda de que Pattison asumió un riesgo interpretando a este personaje, pues es un reto igualar o mejorar la caracterización de los Batmans anteriores; pero, sobre todo, ¿cómo imprimir un sello personal a un personaje tan encajonado en los atributos que le confirió el cómic y luego los varios filmes? Ha sucedido que actores encumbrados derivan en fracaso, luego de tomar el riesgo de asumir la enorme talla del héroe. Pattison viene de filmes un tanto serios y artísticos, como lo son El faro y Tenet (dirigida por Christopher Nolan), donde rompió por completo con la errónea idea de que más que actor era un galán de bello rostro.
The batman, tal y como se la titula en inglés, apela ya desde su título a un punto y aparte con las secuelas anteriores; es como un borrón y cuenta nueva, pues hasta el símbolo del murciélago que se proyecta en la luna llena de ciudad Gótica ha sido reemplazado por uno de tintes más realistas. Tal vez The Jocker y la excelente interpretación de Joaquin Phoenix puso sobre la mesa el tema de reinventar a los héroes y antihéroes para trasladarlos a un contexto más próximo a nuestra sórdida y urbana realidad contemporánea. The batman plantea temas de actualidad como el tráfico de drogas, la hipermediatización, la individualidad y sus excesos egoicos o sociópatas; asimismo, el paralelismo entre la realidad real y la realidad virtual: por un lado se tienen los altos y bajos perfiles en las redes sociales, donde se monetariza y se consiguen seguidores y likes creando identidades ilusorias; pero, por otro lado, la violencia, la desigualdad social y la inequitativa distribución de la riqueza gesta movimientos sociales de protesta, de pandillerismo, de crimen y de involución social.
Hablando de los aspectos técnicos del filme, a destacar la filmografía a cargo de Greig Fraser, quien funge como Director de Fotografía; también, la música de Michael Giacchino hace lo propio generando, en conjunto, una atmósfera realmente sombría, tétrica y de incertidumbre en la mayor parte del filme. En este sentido, me atrevo a catalogar The batman como un filme con tintes expresionistas, pues el rojo, el negro y los grises realmente marcan acentos y contrastes que inquietarán y pondrán en el epicentro del misterio al espectador más distraído. Hay secuencias de acción que oscilan entre lo policiaco y terrible, con todo el esplendor de la tragedia griega, gracias a la atmósfera creada.
En escenario tal, cabe perfectamente el vampiro extraído de Crepúsculo para encarnar una nueva versión de Bruce Wayne, magnate, misterioso y vengador solitario. Tengo que decirles que yo tenía mis dudas acerca de la elección del actor Robert Pattison para interpretar a semejante vampiro, sobre todo, cuando escuché los rumores tras bambalinas, acerca de que su voz natural no gustaba, ni alcanzaba para empoderar a Batman; entonces el actor fue persuadido para buscar una colocación vocal más grave y robusta. Pattison pidió no sufrir una transformación física -ya casi tradicional en este tipo de personaje-; a cambio, prometió introspección y profundidad en el personaje. Pattison lo logró y entregó una versión más conflictiva y “emo” (emocional) del batman. En lo personal, aplaudo que el hombre detrás de la máscara no se desdoble en otra personalidad, como vimos en versiones anteriores. Acá, realmente se percibe homologación entre Bruce Wayne y Batman: el mismo carácter, la sobriedad, la introversión y el hermetismo habitan al hombre millonario, pero también al súper héroe camuflado, lo cual, en conjunto, brinda una versión más mundana, actualizada y realista del personaje alado. Bruce Wayne no convida fiestas, ni risas, ni festejos, como hiciera en otros filmes; es un hombre más bien atormentado; no disfruta mucho de su dinero, pues su prioridad, tal y como recita varias veces en el filme, es “justicia y venganza”; ante tal espectro, es difícil que pueda priorizar sus compromisos personajes, ya sean profesionales o personales.
Y justamente, a partir de la caracterización de este nuevo Batman, que no se me pase mencionar al personaje secundario de la Cat woman, o en español, Gatúbela, interpretado por Zöe Kravitz, sí la hija del famoso rockero Lenny Kravitz. Ella funge de espía, amiga, aliada y fugaz amante, pues Batman finalmente se decanta por “el no” y la invita a seguir sola con sus asechanzas, ya que el fin de ella era más de robos y venganzas; mientras que Batman le deja bien claro que él es el guardián de Ciudad Gótica y a Ciudad Gótica se debe, pues “aún queda esperanza”. En este respecto, valoro que la trama principal no desviara su curso para poner a romancear a Batman entre coqueteos y arrumacos, que incluso pusieran a la amada por encima del bienestar de los civiles de Ciudad Gótica, tal y como hemos visto que sucede con muchos súper héroes, mostrando total descompostura, cuando recae una amenaza en la dueña de su corazón. Kravitz encarna a una Gatúbela muy autosuficiente, sexy y femenina que repite en ocasiones varias que ‘ella se sabe defender sola’. Y sí, ella es un as para las peleas cuerpo a cuerpo; en este respecto, la estereotipada figura de la femme fatale impera y tengo que decir que cosifica mucho a dicho personaje femenino. No cabe duda de que tendrán que pasar muchos más años para que los personajes femeninos escapen del tradicional papel de objeto de deseo, apelando a la famosa consigna hollywoodense que reza que “el sexo vende”. Sé que es políticamente correcto estos días mostrar mujeres soberanas, guerreras y autosuficientes, pero el mostrar en exceso sus curvas solamente termina por resumirlas en un hermoso cuerpo. La estereotipación de la Gatúbela perfila un personaje bidimensional del cual sólo vemos fachada, pues apenas dedicaron rápida crónica oral de los eventos de su pasado, cosa que pudo haberse revelado, confiriéndole profundidad y dimensión al personaje. Ante ello, Batman destaca por contraste, pues él es, en cambio, un personaje redondo y complejo a más no poder.
Casi para terminar, no debo omitir yo el papel de El acertijo, interpretado por Paul Dano, al cual encontrarán común y corriente, e incluso insignificante, cuando se aclara el enigma; y justamente ése es su encanto y la metáfora que plantea este filme: el mal puede estar detrás de un rostro cualquiera y de una pantalla cualquiera donde se construyó un perfil virtual y una consigna con muchísimos seguidores, quienes no advierten la dislocación de la persona y los fines terroristas hacia donde están siendo guiados. Lo mismo va para El pingüino (interpretado por Colin Farell), quien sale de su estampa de monstruo para aparecer como todo un capo de las drogas. Ahora, todo el desarrollo del filme es genuinamente policiaco, recordándonos el estilo romántico de Edgar Allan Poe y sus “Crímenes en la calle Morgue”, lo cual merece un aplauso. El espectador se verá inmiscuido en quién y qué está detrás de El acertijo. Batman está descolocado, y, aunque tiene el coraje para ir al fondo del asunto, a veces se encuentra vulnerable y expuesto, como cualquier persona en estos días, ante el contexto de violencia y terrorismo que aguarda a la vuelta de la esquina. Alfred, interpretado por Andy Serkis (Gollum en The lord of the rings), desde el inicio es hospitalizado, por lo cual Batman está más solo que nunca y debe afrontar por sí mismo esa patética soledad que lo pone en una encrucijada entre sus propios miedos y traumas; también, entre la urgencia de seguir las pistas para descubrir quién está detrás de los atentados perpetrados por El acertijo.
En palabras llanas, sí deberían permitirse ver The batman en el cine, pues la experiencia cinematográfica es otro boleto: te imbuye y realmente disfrutarás de la atmósfera oscura y de la realidad que se respira dentro de Ciudad Gótica, bajo el manto de este nuevo héroe alado, quien porta dignamente el traje de Batman. La nueva versión The batman es mucho más humana, sensible, realista y sombría, haciéndonos ver que, entre más avanza el ser humano en cuanto a avances científicos y tecnológicos, más abigarrada puede ser la biografía y traumas psicológicos que se derivan de una sociedad cualquiera, como la de Ciudad Gótica que crece a mil por hora.
En la última escena del filme se augura segunda parte con la presencia antagonista del Jocker. La risa patética y desaforada del actor Barry Keoghan nos deja pensando si acaso será posible que finalmente Joaquin Phoenix accediera trabajar en una saga de este Batman renovado. El director Matt Reves ya aclaró que no y que no es necesario que Jocker tenga que aparecer en el fime siguiente: “si creen que los problemas se van a ir de Gotham, pueden ir descartándolo. Ya están allí”. Con Jocker, o sin Jocker, Ciudad Gótica no duerme y se queda esta recomendación fílmica que ha sido bastante bien criticada y evaluada con 8.5/10 por IMDB (Internet Movie Data Base). The Batman traza un nuevo rumbo con un personaje renovado, conflictivo e inserto en un contexto social complejo que nos atañe a todos. Vale la pena que se den a la tarea de ir a verla.
Referencia:
Reeves, Matt. The Batman. EE.UU.: Warner Bros, DC Comics, DC Entertainment, 2022.
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