Tema existencialista en este cuento de Borges: cada quien cuenta con un tiempo único e irrepetible, el cual es su tesoro más preciado, el cual dignificará su ser y haber, en la memoria colectiva y en la historia de su localidad.
Desde la perspectiva de Schopenhauer, solamente hay una sola cosa cierta y un destino único: la muerte. .
¿Qué sentirías si, como solemos hacer con los best-sellers, quisieras consumir ese libro que adquiriste y te fuera imposible encontrar una misma página?
La tensión narrativa va en aumento, cuando el portador del raro ejemplar sentencia al narrador, en relación con la página que observa: “–Mírela bien. Ya no la verá nunca más” (Borges, 2000: p. 132).
Premoniciones del lejano internet cuando Borges crea y recrea el libro sin fin en este magnífico cuento
¿Qué sentirías si, como solemos hacer con los best-sellers, quisieras consumir ese libro que adquiriste y te fuera imposible encontrar una misma página? ¿Qué reflexión ulterior se desprende del libro que es inagotable y que jamás podrá leerse de la misma forma? Luego, la sensación de finitud del ser humano cobra vida, ante la inacabable posibilidad de los eventos venideros. Finalmente, desde la perspectiva de Schopenhauer, solamente hay una sola cosa cierta y un destino único: la muerte. Cada quien cuenta con un tiempo único e irrepetible, el cual es su tesoro más preciado; el cual dignificará su ser y haber, en la memoria colectiva y en la historia de su localidad. Este tema existencialista cobra vida y transpira sensaciones, en el cuento cumbre “El libro de arena” de Jorge Luis Borges, cierre triunfal de su antología de cuentos, que se titula de la misma forma: El libro de arena.
Estructuralmente hablando, el cuento ofrece una atmósfera de tensión y de misterio, constituida con una premisa básica infalible, dentro del género terror: el objeto extraño llega, sin razón aparente, a las manos de alguien mundano, trasgrediendo su cotidianidad. Poco se sabe sobre la naturaleza del objeto, y es más bien una especie de amuleto, una maldición o bendición, según se le sepa reconocer y respetar. Finalmente, dentro del orden de la humanidad, subyace un caos que emerge, sin razón aparente, pues el mundo de los objetos no es del todo aprehensible y entendido, dentro de nuestros parámetros racionales. El ser humano llegó tarde a este planeta, y muchos eventos y objetos circularon y circularán, antes y después de él; de ahí el nutrimento de la duda científica y del género Ciencia Ficción.
Así, en calidad de testimonial, el narrador intradiegético protagonista refiere, en tono realista, estar en la calma de su vivienda, cuando un extraño llega a su casa, para poner en sus manos, como duda agónica, el extraño libro con naturaleza y origen desconocidos. En apariencia, el libro luce como una Biblia, incluso contiene versículos. Mas la tensión narrativa va en aumento, cuando el portador del raro ejemplar sentencia al narrador, en relación con la página que observa: “–Mírela bien. Ya no la verá nunca más” (Borges, 2000: p. 132).
El suspenso se torna intriga y luego temor, cuando el personaje protagónico se confiesa inquieto e incompetente, para revisar a completitud el ejemplar. El entusiasmo inicial de tener un libro tal se transforma en incomodidad; ya luego, en repudio. El libro efectivamente tenía las cualidades de la arena: inacabable, infinito, nunca igual. Imposible querer contar los gránulos de arena de un desierto; imposible tratar de hallar un orden, un principio y final en el enigmático libro. Entonces, la perturbación de tener en casa un objeto, que deja de ser presea para volverse amenaza. El portador se declara incompetente y pone en marcha el plan, para deshacerse casualmente del libro recién adquirido. Es mejor que alguien lo halle y lo obtenga, así como en la naturaleza y en el paisaje urbano seguimos encontrando rarezas. Es mejor, para la tranquilidad del ser individual, enajenarse y hacer perdedizas los objetos y memorias, que no puede, ni podrá justificar. Es dañino y enloquecedor tratar de darles sentido, sobretodo cuando ello no depende de uno; cuando ello escapa de las explicaciones paradigmáticas del ser social convencional.
Así, con el vestido de un cuento de misterio, Borges nos pone en el juego del reconocimiento y de la proyección de los miedos propios. Toda la seguridad de una persona se esfuma, cuando se encuentra extraviado en un ambiente ajeno u hostil; cuando el objeto inasequible se le vuelve duda, frustración, pérdida de control y de certeza. Monstruoso es todo aquello desconocido e inaprehensible, como el Libro de Arena. Todos los credos y costumbres de una sociedad son simples asideras, para garantizarle al ser humano un orden y estructura, un principio y un final. Pero, como dice Borges en su cuento: “–Si el espacio es infinito, estamos en cualquier punto del espacio. Si el tiempo es infinito, estamos en cualquier punto del tiempo” (Borges, 2000: p. 134); tal noción nos lleva a cuestionarnos nuestro fin y gloria –como especie– y nuestra misión –ya no se diga social, sino personal–.
Quizás el peor de los fantasmas sea la ausencia de nosotros mismos, en medio de tantas cosas, mundanas o alienadas, y más aún, cargando a cuestas nuestro vacío existencial…
Borges, Jorge Luis. El libro de arena. México: Alianza, 2002.
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