La estabilidad de los Creed y del mismísimo lector se pone “de cabeza”, ante la certeza de que la resucitación que concede el extraño cementerio es bizarramente anormal.
El punto álgido de la historia sucede cuando Louis cae en un dilema ético: sí o no depositar los restos familiares en el mágico recinto. La perturbación y lo grotesco entren en escena.
Esta novela abre paso al relato cíclico e inacabable: la leyenda del cementerio de animales perdura y perdurará más allá de las efímeras vidas humanas. Finalmente, ¿quién tiene certeza de los misterios de la resurrección (tema intrigante desde Lázaro, contemporáneo de Cristo)?
Un cuento primigenio sobre el tema es el de Jacobs: “La pata de mono”
Cuando los zombis recobraron vida con la pluma de Stephen King
No estoy muy segura si Stephen King sospechaba que en el siglo XXI las historias post-apocalípticas y de zombis estarían tan de moda; lo que sí, es que viendo tantos filmes y series derivadas de este tema, se despierta mi curiosidad sobre el libro: materia prima de todas esas tramas posmodernas. Un cuento primigenio sobre el tema es el de Jacobs: “La pata de mono”. Ya luego aparecería King, en 1983, con su Cementerio de animales (Pet Sematary), historia nominada, en 1984, como la mejor novela del año en los "World Fantasy Award"; en 1989, llevada al cine exitosamente. Y sí, confirmando mi hipótesis, Cementerio de animales fue inspirada en el cuento de Jacobs.
La trama arranca, cuando una familia estadounidense promedio decide asentarse en una casa en Ludlow, Maine. Louis Creed, protagonista, consigue el trabajo de doctor, en una escuela de la localidad. Incursiona, en sus vidas, el octogenario y enigmático vecino, Jud Crandall, quien conoce las historias y misterios de la localidad. La casa cuenta con un inconveniente: está muy próxima a la carretera local, la cual, aunque poco transitada, presupone un peligro. Jud inmiscuye a los Creed en la leyenda del cementerio de mascotas de las proximidades, el cual conduce a un “traspatio”, en los recovecos del bosque, donde antiguamente los amerindios “micmac” enterraban a sus difuntos, haciendo los rituales correspondientes a la entidad demoniaca “Wendigo”, con la esperanza de regresarlos de la muerte. El punto álgido de la historia sucede cuando Louis cae en un dilema ético: sí o no depositar los restos familiares en el mágico recinto. La perturbación y lo grotesco entren en escena. La estabilidad de los Creed y del mismísimo lector se pone “de cabeza”, ante la certeza de que la resucitación que concede el extraño cementerio es bizarramente anormal.
¿Por qué sí es recomendable leer este clásico de los 80’s? Como es de esperarse, la construcción de los personajes tiene el sello de Stephen King, quien hace un excelente trabajo, sobretodo con Louis, su esposa y el vecino, Jud Crandall. Incluso Church, mascota familiar y carnada experimental para probar los poderes del cementerio maldito, recibe un tratamiento emocional plenamente desarrollado, permitiendo al lector reconocer su “antes” y “después”.
La novela avanza fluidamente, no solamente porque, como todo best-seller está narrada en nivel coloquial de la lengua, sino por los diálogos oportunos, aterrizados y reveladores. Los personajes charlan y discuten holgadamente, dando al lector un panorama muy completo de lo que los conflictúa. Permitir dialogar, incluso al pequeño hijo de Louis, obsequia al lector retratos completísimos, que lo llevan a generar una empatía profunda por los personajes.
También, la tensión narrativa de la trama va en aumento, como si estuviéramos ascendiendo por esa primera pendiente de una montaña rusa: desde que los Creed se mudan a su nueva casa, hasta que Louis se halla desquiciado y con su familia rota. Crecen de la mano, el suspenso bien hilvanado y la atmósfera surrealista, en donde, muy a la usanza del género terror, junto con la paz y el tedio de la cotidianidad, respiran tímidamente los peores horrores y monstruos, que asechan pacientemente el momento de irrumpir en la tambaleante estabilidad de la vida humana.
El desenlace queda como un espacio vacío, dejando al lector con la decisión del destino final del protagonista, Louis, quien física y anímicamente termina fracturado; este acierto abre paso al relato cíclico e inacabable; o sea, la leyenda del cementerio de animales perdura y perdurará más allá de las efímeras vidas humanas. Finalmente, ¿quién tiene certeza de los misterios de la resurrección (tema intrigante desde Lázaro, contemporáneo de Cristo)?
Ahora bien, sí me permito objetar la longitud de la novela, pues como todo buen best-seller, cae en la tentación de prolongar excesivamente el clímax, en aras de acumular cantidad de páginas; las peripecias y momentos retardantes del clímax bien podrían resolverse en menos páginas. Así mismo, como admiradora de los mitos y leyendas mundiales, considero que faltó desglosar más y mejor la leyenda del cementerio “micmac”, pues eso aporta credibilidad y toneladas de misterio a una trama, donde el lector acaricie la posibilidad de hallar semejante lugar, en alguna de sus travesías reales. King se centró demasiado en el mórbido evento de las resucitaciones, pudiendo detallar más el enigma de tan intrigante cementerio.
En términos generales, ésta es una novela obligada del género terror, más, si se quiere estar informado sobre el antecedente de las historias de zombis y resucitados. La muerte es el gran tema del género y seguirá inspirando innumerables historias. Como el mismo Stephen King lo dice en su libro: “La muerte es un misterio y el entierro, un secreto” (King, 2016: 12).
King, Stephen. Cementerio de animales. México: Debolsillo, 2016.
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