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Sandy Blackstar. Poesía en movimiento.
Cavilaciones
El negro telón del cielo
nos despide por fin
con los ojos cerrados.
Las nubes fugitivas
se mudan a otro infierno.
La gente es contagiosa...
Todavía quedan olas en el mar...
Contenidos
Ausencia
En ausencia
de mí...
de todos los ecos persistentes
gritando en el interior de mi casa.
Ausencia de vida
a la intemperie
y helándome hasta mi fuego,
donde las cenizas volaron
y se enredaron en el viento.
Ausencia de promesas.
Ausencia de complicidades.
Todas mis fechorías ya muertas
y remojadas entre tantas lágrimas.
La tinta negra mancha
la página más blanca de mi vida.
El sol se alza en cenit
y siento el resquemor de tu ausencia
de amor
de calidez
de palabra
de corazón latiendo
ausencia inclemente
ausencia sin mí...
¿Redes sociales o Redes comerciales?
Suena a tema trillado, pero... ¿Se han fijado cómo las redes sociales han mutado y hoy día muchos de sus mensajes parecen más bien banners publicitarios?
Cuando inocentemente surgió FACEBOOK (FB) en el 2004, TWITTER (TW) en el 2006 e INSTAGRAM (IG) en el 2010 no augurábamos el revuelo comercial que dichas redes protagonizarían al ser plataformas con "todos los peces" dentro de la pecera. A más de 10 años de distancia, lo que parecía ser una red entre amigos y para captar amigos (FB), lo que prometía el compartir fotos con amigos y seguidores (IG), han derivado en gestoras ambulantes de campañas completas de imagen y de marketing. Hoy día, es más fácil hallar anunciantes y personas que se promueven a sí mismos como productos y servicios mediante la venta de su imagen personal, que contenidos realmente comunicativos. Aquellos ingenuos fines desinteresados, que simplemente conducen a empatizar, compartir y forjar conexiones afectivas con el otro están quedando como asunto del pasado, poniendo en regla una nueva codificación para las redes sociales: al tener una red social es imperante contruirse un perfil, basado en un aspiracional y en ciertas cualidades bien aceptadas a nivel social; de lo contrario, o pasarás inadvertido o no se te auguran likes, ni seguidores, dados los altos estándares que se han impuesto a las masas que publican a través de estos nuevos canales de comunicación.
¿Lo bueno? Todos pueden publicar lo que les venga en gana, a partir de que las redes sociales han democratizado la libertad de expresión y de publicación.
¿Lo malo? Además de las fake news, hay que tomar en cuenta que no todos deben considerarse líderes de opinión; y lo digo respetuosamente: el ejercicio de publicar en redes sociales no debe obedecer a una exacerbación del ego, sino al deseo de compartir y construir comunidad con los usuarios de las redes.
¿El reto ante ello? Crear conciencia de que las redes sociales aparecieron con una intención comunicativa y humanizante. Creo que su fundamento es individualizar y dar voz. Gracias a las redes sociales se puede hallar polifonía y diversidad. Las redes sociales nos hacen participar de un ejercicio plural de la libertad de expresión. Me parece patético que su fin se desvirtúe hacia la mera mercantilización. Peor todavía, que los usuarios de las varias redes sociales se construyan en torno a ellas como productos o servicios en venta y disponibles al mejor postor.
Quitando el velo de la feminidad
Epílogo del tema
del sexo opuesto
Muchos aspavientos venturosos trajo consigo el 8 de marzo, Día internacional de la mujer. Seamos hombres o mujeres, quisiéramos que esto no pare ahí: marchas, consignas abanderadas y coreadas a todo pulmón, numerosos grupos de mujer encabezando marchas en toda geografía de nuestro país. Que cesen los abusos y el número de mujeres desaparecidas. Que haya continuidad en las acciones de estas manifestaciones revolucionarias. Que los hombres y autoridades del país no solamente miren con soslayo y alivio que ya terminó finalmente el día vestido de violeta, donde deben excusar a las mujeres de horarios habituales y de días laborales normales. Que se emprendan acciones hacia el cambio.
Pero también, que las mujeres quienes protagonizamos esta polifonía, entendamos que de nada sirven las buenas acciones si seguimos usando de pretexto la fecha para bandalizar, insultar, ensuciar y afectar las vías y edificios públicos; justamente por acciones destructivas no se nos concede importancia para proponer. Por otro lado, yo exhorto a tener en cuenta el concepto primigenio de UNIDAD: hay una correspondencia o reciprocidad en la naturaleza de todas las cosas, y gracias a eso nuestro acento; lo que insinúo es que hay blanco porque hay negro (ausencia de luz), hay día porque hay noche, hay arriba y hay abajo, hay hombres y hay mujeres. No debemos caer en el juego de “¿qué fue primero?, ¿el huevo o la gallina?”. Más bien entendamos el concepto “viceversa”. Justamente, acorde a esta ley natural de la correspondencia, suena tan lógico que, luego de tantos excesos del machismo y paternalismo asentado por los sistemas de poder en el mundo, ya sea propicio el turno de la reciprocidad: el feminismo y la consideración hacia los maternalismos y matriarcados. Sin embargo, no se trata de anular al sexo opuesto. Considero que siempre algo se acentúa más en relación con su opuesto. Por tanto, en este digno momento de la resurrección de nuestra feminidad, reconozcamos que no se vale incurrir en generalismos irresponsables donde nuestras consignas acusan a todos los hombres de malos padres, o misóginos, o violadores. Hey, no todas las mujeres, ni todas las madres son dignas y bondadosas. Hay mujeres muy valiosas; luego, en correspondencia, hay hombres valerosos y dignos de todo nuestro respeto. El camino que trazó el imperio de la masculinidad sí nos aporta y sí nos marca derrotero para que podamos transitarlo.
Nuestra feminidad no debe ir en contra de la masculinidad. Recordar que es nuestra naturaleza humana el secretar tanto hormonas femeninas como masculinas. Es parte de nuestra historia (pasado, presente, futuro) el apoyarnos el uno en la otra, o bien, la una en el otro. La desnudez femenina o masculina no debería escandalizar, ni sobrevalorarse, ni explotarse como mercancía, pues justamente en ese respeto por nuestra diferencia está nuestra singularidad.
En fin, yo sólo apelo a que también hay dignas acciones de hombres que han dejado huella, y como seres humanos, ese sello personal, vertido en la sociedad, igual impacta a hombres que a mujeres. Deseamos entonces que, en vez de asumir antagonismos y tornarnos hacia el feminISMO o hacia el machISMO, mejor apelemos a lo femenino y lo masculino que forman parte de nuestra integridad, de nuestra unidad y de la completitud de nuestra naturaleza humana.
Acerca del texteo y del poder de la palabra... o del silencio
A mayor cantidad de usuarios digitales, mayor cantidad de texteo. Pero, ¿realmente el ejercicio de textear conlleva una comunicación fluida y eficiente?
De acuerdo con una actualización del diccionario de la RAE, la palabra “textear” oficialmente ya existe. Se trata de un verbo transitivo que hace referencia a “enviar mensajes a través de un dispositivo electrónico, especialmente de texto”. Verídico que el mundo entero vive con su teléfono celular en la mano y que, quizás, en muchos casos, dicho dispositivo electrónico se utiliza más para textear que para hablar por teléfono. Ahora, con ello podría sospecharse que si ha habido incluso un neologismo relativo al uso de la palabra escrita, en correspondencia tendría que haber muchos más usuarios alfabetizados y con un discurso propio. La culminación exitosa y utópica del texteo implicaría una sociedad más y mejor comunicada.
A unos años de vivir en medio del texteo, la realidad es un poco distinta: el texteo ha puesto en alto relieve la carente calidad discursiva de tantas y tantas personas, quienes se conforman con replicarse y calcarse a través de compartir memes, imágenes, infografías y otros mensajes no elaborados por alguien en particular; asimismo, nuevas formas de comunicación e incomunicación han emergido de esa forma de ser “tan humana”, por ejemplo: el gaslighting, el goshting, el pitching y otros anglicismos, que, en lo personal, repruebo, y que pueden integrarse al campo semántico de la manipulación, la postergación, “el avionazo”, el engaño y el apesadumbrado silencio, el cual, en estos días, comunica más que mil palabras. ¿Quién no ha sido víctima, al menos alguna vez, de las famosas palomitas azules que indican “visto” en WhatsApp (peor aún el ni siquiera poder verificar si fuimos “recibidos”, escuchados y leídos, cuando se desactiva la notificación de las dichosas dos palomitas)?
Ante ello, en medio de la era del texteo, la ausencia de las palabras, las palabras que nos definan, que nos permitan expresar, que nos den la oportunidad de aprehender el mundo, para manifestar nuestra forma de sentir y pensar. Y ya ni hablemos de los signos de puntuación, quienes brillan muchas veces por su ausencia, siendo que llevan el ritmo y la batuta de cualquier mensaje oral y escrito: El punto, equivalente al “corte” del director de cine, para indicar cambio de escena, o sea de sujeto y de predicado; el punto y coma “para templar las aguas” y precisar que se tienen diferentes verbos o acciones que atañen a un mismo sujeto. La coma, tan abusada en estos días del texteo, la cual, primordialmente, debiera separar acotaciones (aclaraciones) y circunstancias de un mismo verbo. En fin, un minuto de silencio por todos ellos: los signos de puntuación.
¿Y para qué criticar el ejercicio del texteo en este breve artículo? Pues justamente para ironizar que nuevamente lo volvimos a hacer: hicimos nacer una palabra, para distorsionarla y deformarla después (ya le tocará a la Pragmática verificar por qué le está sucediendo esto al texteo). Ojalá el texteo trajera abundancia de usuarios y voces y mensajes e intercambios comunicativos reales (o sea con “el va y viene” de emisor a receptor). Ojalá el texteo despertara las ganas de cada perfil, de cada individuo, para manifestar y expresar desde su esencia, y a través de cualquiera de sus redes sociales, qué es lo que le preocupa, importa e impacta. El texteo nos concede la palabra gratuitamente, invitándonos a explorar el concepto de sociedad diversa y plural. ¿Por qué entonces lo tergiversamos y lo abreviamos a unas cuantas palabras que muchas veces terminan en silencio?, ¿por qué no el texteo nos lleva hacia intercambios comunicativos reales -no virtuales- cara-cara?, ¿por qué no termina por valorarse el poder de la palabra que privilegia al ser humano como especie? Pues “al buen entendedor pocas palabras”; y esa es la inminente realidad: a mayor número de usuarios digitales, menor cantidad de libros “de a deveras” leídos, lo cual es una paradoja, pues, entre más palabras tenga un individuo, y entre más libros haya en su haber, tendrá mayores probabilidades de imaginar, pensar, cuestionar y participar en el mundo de las abstracciones. “Los límites del lenguaje son los límites del pensamiento” (José Emilio Pacheco).
Y bueno, véanme aquí “texteando” sobre el alcance de las palabras. En verdad estoy convencida de que las palabras articulan nuestro pensamiento y forma de ver el mundo. Las palabras se dicen, se pronuncian, se decretan; luego se vuelven acciones; y, finalmente, construyen nuestro destino. “¡Avracadabra! ¡Con el poder de la palabra yo creo!”.